Carta abierta a mi familia: Soy un adicto y necesito ayuda.
No me resuelvan los problemas. Esto sólo hace que les pierda el respeto.
No me censuren, no me sermoneen, no me regañen, no me culpen ni me discutan, ya sea cuando esté drogado o cuando no lo esté. Si lo hacen puede que se sientan bien, pero harán que las cosas empeoren.
No crean en mis promesas. La naturaleza de mi enfermedad no me permite cumplirlas, aunque en ese momento tenga la intención de hacerlo. Las promesas son la única forma de aliviar mi dolor.
No me permitan que haya cambios en los acuerdos que tomemos. Si llegamos a un acuerdo, manténganse firmes.
No pierdan la paciencia conmigo. Si lo hacen se destruirán y destruirán cualquier posibilidad de ayudarme.
No permitan que la ansiedad que sienten por mí los lleve a hacer lo que yo debería hacer por mí mismo
No me encubran ni traten de relevarme de las consecuencias de mis actos provocados por mi uso de drogas. Esto puede disminuir la crisis, pero hará que la enfermedad empeore.
Sobre todo, no huyan de la realidad como yo lo hago.
La dependencia a las drogas, mi enfermedad, se empeorará cuando persisto en usarlas.
Empiecen ahora a aprender, a comprender y a hacer planes para mi recuperación.
Necesito ayuda: de un médico, un psicólogo, un consejero, y de un adicto en recuperación que encontró la sobriedad,
No puedo ayudarme yo mismo. Pedir ayuda a tiempo es ganar vida.