El 15 de
febrero ha sido declarado como el Día Internacional del Cáncer Infantil.
Esta
declaración se llevó a cabo en Luxemburgo en el año 2001.
La
conmemoración de este Día tiene como objetivo principal sensibilizar y
concientizar a la comunidad respecto de la importancia de la problemática del
cáncer infantil y de la necesidad de que todos los niños en todas partes del
mundo puedan acceder al diagnóstico y tratamiento adecuado.
En 98
países, 151 Organizaciones de Ayuda a Niños con Cáncer, miembros de la
Confederación Internacional de Organizaciones de Padres de Niños con Cáncer
(ICCCPO), realizan durante todo el mes de febrero, campañas en favor del
mejoramiento de las condiciones en sus países. A través de la ICCCPO, en un
trabajo estrecho con la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica (SIOP),
padres de todo el mundo se unen en una causa común: ayudar a los niños con
cáncer a acceder al mejor tratamiento posible con las mejores condiciones de
soporte.
En
Argentina la sobrevida de los menores de 15 años con cáncer promedia el 65%
debido, entre otras cosas, al diagnóstico tardío y la dificultad en la
derivación en tiempo y forma. Por eso, la detección precoz es clave: además de
mejorar las posibilidades de curación, bajan los riesgos derivados de
tratamientos más intensos.
Desafortunadamente
el cáncer es la segunda causa de muerte en los niños de 6 a 12 años, solamente
precedida por los accidentes, los cuales en muchas ocasiones tuvieron la
posibilidad de evitarse, a diferencia del cáncer infantil que tiene
connotaciones causales preponderantemente genéticas hasta ahora fuera de
nuestro control.
Por lo que
considerando que en general el Cáncer infantil tomado a tiempo tiene altos
índices de curación una de las propuestas que tenemos que tener en cuenta desde
el mostrador de la farmacia es educar a los padres a una mirada atenta ante los
cambios de la salud de su hijo. Se debe tener en cuenta que en muchos casos el
cáncer se puede parecer a otra enfermedad: una parasitosis, una anemia por
carencias nutricionales, una migraña, una infección, o al dolor atribuido a un
golpe o a la etapa de crecimiento.
Estas son
las señales de alarma del cáncer en la infancia y la adolescencia, la aparición
de uno o más de estos signos en los últimos tres meses debe darnos cuenta de
una alerta que requiere la derivación y diagnóstico oportuno en centros
asistenciales que cuenten con cuidados oncológicos pediátricos.
Fiebre
elevada e inespecífica.
Sudoración
abundante por las noches.
Sangrado
nasal sin causa aparente.
Dolor de
huesos y/o articulaciones.
Palidez,
fatiga y cansancio sin causa aparente.
Vómito sin
causa aparente.
Sangrado
de encías.
Mareo
constante.
Supuración
en oídos.
Aparición
espontánea de moretones.
Aparición
de puntos o manchas rojas.
Aparición
de bolitas en cuello, axilas o ingles.
Pérdida
del equilibrio, tropiezos o caídas frecuentes.
Crecimiento
inusual y rápido del abdomen.
Pérdida de
peso repentina y sin causa aparente.
Aparición
de puntos blancos en uno o ambos ojos, que da la apariencia de ojo de gato.
El cáncer
en los niños aunque de evolución más rápida que en el adulto, no se desarrolla
de un día para otro, y tiene en la gran mayoría de los casos signos y síntomas
que se van presentando en el transcurso de meses o semanas y que muchas veces,
han pasado desapercibidos porque se confunden con otras enfermedades, y sobre
todo por el temor que significa la sola idea de tener un hijo con cáncer. Pero
ante el miedo lo peor es paralizarse. Debemos tomar el control y ocuparnos de
la situación.
Otro punto
muy importante en el cual también como profesionales de la salud podemos apoyar
especialmente a la familia de un niño con cáncer tiene que ver con la
contención emocional durante el tratamiento, dado que el diagnostico coloca al
límite emocional al niño y su entorno familiar. Acompañar a la familia desde la
contención, la esperanza, la adecuada toma de conciencia en el cuidado antes,
durante y luego del tratamiento, proporcionando información adecuada y
reiterándola las veces que sea necesaria para lograr la seguridad y la calma
necesaria para lograr un ambiente de contención, cuidado y esperanzador para el
niño o el adolescente afectado por el cáncer.
Los
psicólogos promueven el diálogo con los niños o adolescentes explicándole lo
que le pasa, los procedimientos y los cambios, con términos que pueda entender.
También hay que tratar de evitarle siempre el dolor, favorecer una rápida
reinserción escolar, promover la reunión con amigos, festejo de cumpleaños y
mantener la comunicación con los demás niños y jóvenes de manera de evitarles
el aislamiento.
Los
cambios de conducta que se pueden producir en el paciente deben comprenderse y
tratar de superarse a través del afecto.
Fuente: http://www.colfacor.org.ar/index.php/area-de-capacitacion-y-responsabilidad-social/temas-especiales/285-dia-internacional-del-cancer-infantil