jueves, 17 de enero de 2013

La constancia y la perseverancia.


Nada en el mundo sustituye a la constancia, a la perseverancia. 

El talento no la sustituye, pues nada es tan corriente como los inteligentes frustrados. 
El genio tampoco, ya que resulta ser tópico el caso de los genios ignorados. 
Ni si quiera la educación sustituye a la constancia, pues el mundo está lleno de fracasados bien educados.
 Solamente la constancia y la decisión lo consiguen todo.
Hagamos como la historia  "El bambú japonés"
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de una buena semilla, buen abono y un riego apropiado.
Normalmente al plantar la semilla, el agricultor no se queda frente a la semilla sembrada, esperando su crecimiento, porque sabe perfectamente que todo necesita su tiempo.
 Cultivar bambú japonés no es apto para impacientes. 
Su proceso es distinto al de otros. El bambú japonés, es una de las plantas más lentas en crecer en todo el mundo.
Durante los primeros siete años, es muy poco lo que se puede apreciar de su crecimiento, quizás un cultivador inexperto, no tendría la suficiente paciencia y abandonaría el proyecto.  
Sin embargo, al llegar al séptimo año, en sólo seis semanas la planta de bambú crece más de treinta metros. 
  ¿Qué ocurrió? 
¿Por qué no crecía durante los primeros siete años? No es que no creciera, sino que durante los primeros siete años de aparente inactividad, el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces, que le permitiera sostenerse cuando empezara el crecimiento.
Nuestra vida es muy parecida a la del bambú, deberíamos tener paciencia y esperar a que en nuestro interior se genere primero una transformación que nos lleve a la madurez  y a que se formen raíces espirituales, para que podamos estar sustentados en una base sólida y entonces crecer. 
No podemos saltarnos las etapas propias de la vida. 
No debemos pretender “hacer”, sin pasar por todo el proceso que nos llevara a “ser”
 Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. 
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la constancia, la espera, la aceptación. 
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces….

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